Hidratación sí. Primero por dentro....

Somos agua. Nuestro cuerpo está formado en más de un 65 por ciento por agua. El agua es más importante para sobrevivir que la comida, si se considera que se puede resistir sin alimentos sólidos durante semanas, no ocurre lo mismo con la ausencia de agua. El cuerpo la almacena en grandes cantidades y necesita reponerla constantemente.

La importancia del agua reside en sus múltiples funciones: influye en el trasporte de nutrientes a las células, ayuda a la digestión formando los denominados jugos digestivos, elimina los residuos, mantiene los riñones sanos y aporta la consistencia y turgencia adecuadas a la piel, ojos y mucosas. Además, lubrica las articulaciones, regula la temperatura corporal y el metabolismo, e infinidad de otras funciones.

Cuando  no se consume suficiente agua se acelera el envejecimiento y empeoran enfermedades como la diabetes, artritis, enfermedades cutáneas y obesidad. Los riñones son los órganos que ayudan al cuerpo a eliminar residuos, y necesitan suficiente agua para vehiculizar los deshechos.

Un adulto pierde entre 1,5 y 3 litros de agua al día, dependiendo de la temperatura ambiental y de la actividad física. Por eso, a una adulto sano sin enfermedades cardiopulmonares ni renales importantes, se le recomienda beber unos 2 litros de agua al día aproximadamente.

Se pierde agua con cualquier actividad diaria y al hacer ejercicio a causa del calor. Esta se pierde a través de la transpiración, la orina y la respiración.
La deshidratación leve ralentiza los procesos metabólicos del cuerpo y es perjudicial para los riñones. Sus síntomas incluyen sensación de boca seca, piel cuarteada, cansancio, aletargamiento, debilidad muscular, dolor de cabeza, mareos, etc. La deshidratación grave puede ser fatal y requiere intervención médica.

¿Agua corriente o embotellada? Si no padecemos ninguna enfermedad renal, ni hipertensión arterial mal controlada, ni edemas (hinchazón por acumulación de agua normalmente en las extremidades inferiores y/o el abdomen) y si el agua corriente (del grifo) de una zona determinada se considera potable por las autoridades sanitarias competentes, ésta es preferible, puesto que es más económica y está más "a mano". El agua embotellada está más indicada en casos en los que hay que realizar una restricción de determinadas sales minerales que de forma natural pueden encontrarse en el agua (el caso de las enfermedades que he comentado antes), como las sales de sodio y calcio, o cuando es agua corriente está contaminada por gérmenes o tóxicos (no potable)

IMPORTANTE: Las personas con enfermedades renales o cardiopulmonares o en tratamiento con fármacos diuréticos bajo prescripción médica deben consultar a su médico qué cantidad de agua deben ingerir en su caso particular, puesto que presentan unas necesidades especiales, mayores o menores, en función del paciente y su patología de base.


Consejos

• Beber agua debe ser un hábito.
• Beber un vaso al levantarse: rehidrata el cuerpo, y el organismo como la piel lo agradecerán.
• Contar con una botella o taza en el lugar de trabajo para beber constantemente en la jornada laboral.
• Beber un vaso de agua antes de hacer ejercicios y, mientras se ejercita el cuerpo, si es posible, se debe tomar un sorbo cada 15 o 20 minutos. También hay que hacerlo al terminar.
• Hay que acostumbrase a llevar una botella pequeña en el bolso, en el coche, en la bolsa del gimnasio. En cada momento que se empiece a sentir sequedad, se debe tomar líquidos.
• Limitar las bebidas con cafeína o alcohol, pues tienen un efecto deshidratante y en ningún caso sustituyen o complementan la ingesta de agua.
  Se pueden añadir alimentos con alto contenido en agua en su composición, en la dieta diaria como: espárragos, berros, apio, papaya, sandia, melón, calabaza, coles, pepino y yogur natural. 

No os perdáis mi siguiente entrada sobre hidratación...
Un fuerte abrazo y que tengáis un buen día.

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